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TALLER-MUSEO SANTXOTENA: La ventana al génesis de una obra

Actualizado: 22 abr 2020

«Los museos son lugares donde el tiempo se transforma en espacio». Orhan Pamuk

La transformación del tiempo en espacio es algo con lo que se podría interpretar el Taller-Museo Santxotena. Este lugar que está discretamente situado en la localidad alavesa de Artziniega, recoge en su interior la obra organicista de Xabier Santxotena. Este escultor agote lleva nueve años, desde su inauguración en 2010, mostrando al público la unión entre las técnicas adquiridas de los ebanistas y carpinteros de su tierra y su respeto por la naturaleza y la cultura vasca. Durante estos años, este taller-museo se ha convertido en un espacio que ha conseguido crear un vínculo directo entre el artista y el espectador, donde éste último puede sentir y comprender el proceso de creación de la obra.


El edificio se encuentra ubicado en uno de los desvíos del barrio Barrataguren (Artziniega) anunciándose con un rótulo de muy buen tamaño: SANTXOTENA. Sus puertas de cristal sirven de nexo entre el exterior de un edificio de color claro y el mundo lleno de simbolismos abstractos que te espera en su interior.


A su entrada nos recibe Teresa Lafragua; Directora del museo, pintora y mujer de Xabier, encabezando la sala principal en la que poderosas esculturas esperan pacientes la curiosidad de los visitantes. ¿Primera particularidad? Una impecable iluminación en tonos cálidos que da protagonismo a cada una de las piezas, fijando con detalle la atención en sus relieves y matices. Una primera impresión y sensaciones a las que daremos forma a lo largo de la visita.



Teresa Lafragua, con el buen hacer y la profesionalidad que le caracteriza, comienza el recorrido en un lateral de la sala principal donde, apoyándose en un breve vídeo, explica la historia tanto del Taller-museo Santxotena como del Parque-Museo en Bozate o de la Casa museo Gorrienea. Introducción imprescindible para conocer el por qué de estar visitando este lugar.


Escaparate a la evolución creativa


Como atributo “sin barreras” que posee este lugar, una rampa nos conduce hasta la segunda planta del edificio, dejando atrás las esculturas que tan calurosa y a la vez conmovedora bienvenida nos han dado.


Sobrevolando la sala principal y mostrando una curiosa y distinta perspectiva de las esculturas anteriormente mencionadas, un pasillo en forma de U hace de escaparate al proceso creativo del artista. Interminables vitrinas guardan en su interior más de 40 años de trabajo en forma de bocetos. Madera, poliespán, papel… Cientos de materiales que dan forma a lo que en un futuro se han convertido en grandes obras como las expuestas en Bozate o el famoso Auditorio situado en ese mismo lugar. Como curiosidad destacar que en estas vitrinas se puede observar la forma en la que el escultor elabora una pieza base y uniendo sus partes de formas diferentes, crea una familia de ellas. Una visión divertida que te hace comprender que la creatividad muchas veces reside en lo más sencillo.


Familias de esculturas


Volviendo a cruzar la rampa, aunque esta vez en dirección inversa, finalmente nos hacemos con el espacio principal del museo, donde ya se han percibido distintas emociones a la llegada.

Teresa nos conduce hasta uno de los laterales de la sala obligándonos así a cruzar el laberinto de esculturas. Mientras avanza, nos aconseja que nos centremos y toquemos cada una de las piezas que nos crucemos por el camino.

Nos extrañamos, pero sí. El taller-museo Santxotena tiene como objetivo aproximar al espectador lo máximo posible a la obra del artista, involucrando en ese proceso todos nuestros sentidos como, en este caso, el tacto. Palpar cada pieza y sentir sus detalles, líneas y texturas es parte de la experiencia.


Tras acompañarnos hasta una de las esquinas de la planta principal, Teresa aclara que cada uno de los espacios que nos quedan por visitar está provisto de una pantalla con un vídeo. Su función: ofrecer una breve explicación a manos del artista para entender el significado de cada trabajo que veremos posteriormente. Historias que realmente hacen que comprendas la obra de una manera diferente. A partir de este punto, eres libre para recorrer el museo.



La sala principal es un espacio en forma de cubo en el que determinadas luces se iluminan a nuestro paso para mostrarnos distintas “caras” de las esculturas y en la que, al igual que en el pasillo que la rodea a sus espaldas, las pantallas esperan la intervención del visitante. Tanto en esta sala como en el pasillo, podremos observar las diferentes familias de esculturas de Santxotena. Abarca temas desde el simbolismo de las estaciones del año, pasando por la temática deportiva y hasta la denuncia al mundo político.


El pasillo posterior expone una imagen global de las catástrofes sociales y guerras que recorren lugares tan próximos como Gernika o el conflicto armado en Kosovo. El artista pone especial atención a los detalles, como las manchas en la madera para simular la metralla. Con su realismo consigue, sin duda, hacer estremecer al que lo observa. Cabe destacar, que entre todos los distintos temas que el artista trabaja, existe un pequeño patrón que encaja en todos ellos: la imagen de la mujer y la mitología vasca. Una unión entre las mujeres reales y memorables de la historia y el panteísmo de Euskal Herria reflejado en las figuras de las lamias.


Por último, en la sala principal por la que tantas veces hemos caminado, se encuentran las obras dedicadas a la muerte.


Un taller para todos los públicos


Pero no todo acaba aquí. Este no es únicamente un museo al uso, sino un taller-museo. Esta diferencia refuerza la intención de acercar el arte del escultor al público en primera persona y todo ocurre cuando, al salir del espacio principal, te adentras en el taller donde el mismísimo Xabier Santxotena espera paciente tu llegada. Una escultura colocada minuciosamente a la entrada del taller nos da la bienvenida. Y de nuevo, una mujer. Nos adentramos en el nuevo espacio percibiendo el olor a serrín y la música clásica con la que, deducimos, Xabier se relaja al trabajar. El artista, orgulloso y amable, nos conduce hasta la última habitación para mostrarnos todas las obras en las que está ocupado. La razón principal de abrir este taller al público, reside en la idea de recibir grupos de estudiantes e invitarles no solo a conocer lo que este museo esconde, sino también a ofrecerles la posibilidad de trabajar mano a mano con el artista.



Volviendo al inicio del texto, el taller-museo Santxotena es un espacio donde convergen diferentes periodos y épocas. Aquí el visitante no es solo un simple espectador sino que, a través de los sentidos, se adentra en una atmósfera repleta de sucesos reales pasados y presentes, representados en una simbiosis perfecta entre Arte y Naturaleza. Una visita didáctica a través de la historia, la naturaleza, la mujer y la cultura vasca.







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